por jmlatov » Lun Jun 04, 2018 7:13 pm
Datos objetivos (según mi Garmin):
Por los alrededores de Encinacorba
Distancia: 43,2Kms (más-menos)
Desnivel positivo: 932 mts.
Temperatura: entre 11ºC y 23ºC
Velocidad Media: 14,6Km/h
Viento: 8Km/h (Rachas de hasta 18Km/h)
IBP Index: 59
¿Seguro que esto es Aragón?
Ocho de la mañana, frente al pabellón de Encinacorba, ahí estábamos todos preparados (más o menos) para la travesía que no sería del desierto, ni por la compañía ni por la sequedad.
Empezamos cruzando Encinacorba y salimos por el Barranco del Viaducto y cruzando por el Arroyo de Valpuerco y por Los Llanos a dar con el Barranco de la Tejería donde cruzamos nuestro primer Rubicón: el Arroyo del Porgal donde hicimos la primera parada técnica para reparar un pinchazo de nuestro cicerone. Fotos, bautizados y perdido el miedo a mojarnos seguimos barranco arriba hasta llegar a la carretera de Codos a Aguarón y cuesta arriba, con la Fuente de la Culebrera a nuestra derecha, subimos hasta el puerto de Codos; donde el lugareño de turno nos puso al corriente de los caminos y pistas de la zona y de sus años mozos y de sus gestas de montañero de la sierra.
Dejamos la carretera y seguimos por la pista, siempre con el agua corriendo a nuestros pies (o nuestras ruedas, mejor dicho) y, sorprendentemente, sin que el barro hiciese de las suyas. Mucha agua, mucha humedad, ¡qué verde era mi valle!; tanto que uno dudaba de si lo que estábamos atravesando era una sierra gallega en lugar de la aragonesa.
Y entre pizarras y cuarcitas del Cámbrico (542 Millones de años a 488 Millones de años; vamos, del primer periodo de la era Paleozoica) seguimos hasta rodear el Puerto de Encinacorba, barranco de los Picos Agudos, llegando hasta la Dehesilla y posteriormente hasta el Cabezo de la Atalaya; con sus subidas y sus descensos vertiginosos y algo peligrosos por la piedra suelta el caso es que después de ahí y avisados nos enfilamos a descender hacia el Arroyo de la Nevera; antes segunda parada técnica por culpa de una pastilla de freno que le dio por finalizar su función imprevisiblemente.
Bajamos por la pista en dirección a Encinacorba de vuelta, con el último Rubicón por cruzar en medio. Llegó primero Paco que sabedor de lo que había nos estaba esperando al otro lado del charco esperando a convertir a algún desprevenido "betetero" en Aquaman de nuevo.
Fuimos cruzando mal que bien uno tras otro y... espera que esperarás, aún faltaban unos pocos por llegar. Miguel Angel, que llevaba la negra acabó también por rajar la cubierta en el descenso, después de haber tenido que cambiar él también la pastilla del freno.
Aprovechando la parada más fotos: rosas del espino, madreselvas, cantuesos y demás flor y fauna de la zona. Y al rato, llegaron los que faltaban:
-Por la derecha, por la derecha!
El que avisa no es traidor, es avisador.
Y fue por la derecha y en medio del charco se quedó. Eso sí, no llegó a bautizarse completamente, sólo hasta la rodilla, pero harto de su mala suerte, desde la orilla volvió a zambullirse marcándose un doble mortal con tirabuzón y unos largos para acabar de arreglar su suerte.
Y por fin de vuelta a la salida.
Búsqueda de la llave del pabellón, nuestros más y nuestros menos con la puerta, y ducha reparadora; visita del alcalde y de la encargada del Casino para hacer clientela; aperitivo antes de la comida, un par de rondas: una gracias a la generosidad y desprendimiento del señor alcalde de Encinacorba y la otra a nuestra costa. ¡Qué menos!
Y por fín, a por los macarrones, la brasica con sus costillitas, chuletas, chorizo, longaniza, panceta, todo bien regado de vino de Torrelongares y Ambar, la cerveza que te pone bien. Café y a falta de puro y ron, Torres 5.
¡Fenomenal día, completo, divertido y puesta en marcha la cuenta atrás para la siguiente!
¡Mil Gracias, Paco y Angel!
ALICIENTE: ¡La cuesta acaba arriba!