RUTA 53/02/19. SUBIDA A LAS PLANAS
“Hay que tener una saludable falta de respeto por lo imposible”, Larry Page.
Los dioses no nos fueron propicios ese día en el aspecto de que se habían descolgado muchos de los que nos son imprescindibles. José H se marchaba al pueblo el fin de semana, Paco Ines a la playa, Pascual también nos dejaba solos, Luisete tenía otros quehaceres y saldría el Domingo con Principiantes, Francis P todavía estaba convaleciente de su lesión y de esta forma uno tras otro iban cayendo como en la película Diez Negritos. Nos quejamos muchas veces de la rutina, de echo es letal en muchos aspectos, acaba con matrimonios, con amistades, con trabajos... pero cuando nos sacan de ella estamos perdidos, boqueando como un pez fuera del agua. Esta sensación se albergaba en muchos de nosotros, había nacido dentro y se alimentaba de nuestros miedos, haciéndose más fuerte y dejando a las claras el mensaje que había venido a traer, aquí estoy y aquí me quedaré.
La quedada en esta ocasión fue en la Fuente de la Junquera, a las nueve menos cuarto. Nuestro objetivo , aclamado por petición popular, era subir a las Planas por Cadrete. En el punto de reunión nueve ciclistas, algunos habituales como viene siendo costumbre y algunos que recuperamos. Se encontraba allí Javier S que nos contó que había estado enfermo , es más, que todavía estaba recuperándose, Javi L que vuelve a coger su montura después de haber terminado la temporada de caza y un nuevo , Armando dijo llamarse. Volví a pensar aquello de que no había elegido un buen día para empezar ya que la dureza de esa subida es bien conocida.
La mañana estaba fresca, los termómetros a esa hora nos ofrecían una lectura de tan sólo siete grados, cierto es que conforme avanzara el día la cosa se calentaría hasta el punto que bien se le pudo llamar día primaveral. Tras un prudencial tiempo de espera y un breve saludo a los Team arrancamos, nuestra dirección, como no puede ser de otra forma , Cadrete. El camino hasta allí se resolvió sin novedad, si bien yo permanecí rezagado en cola para acompañar tanto a nuestro Miguelón como al susodicho Armando. Llegamos al punto de partida de la subida, punto de reunión y lugar desde el que arrancaríamos nuestros cronómetros, antes de salir una breve pausa, una breve preparación y , como siempre, alguna broma, como aquella de “ cuando Paco nos pida los tiempos no se os olvide darle diez minutos menos del tiempo real” estallaron las carcajadas y sin mucho más para arriba a visitar el mirador.
Los compañeros iniciaron la marcha y no costó mucho ver como los más fuertes tomaban distancia, allí que iban Horacio, seguido de Vicente y de Javier , Consuelo a la zaga y después los demás como los otros dos Javieres y el nuevo Armando. Abajo todavía Miguelón y yo ya que decidí acompañarlo durante el viaje, soy plenamente consciente tanto de sus limitaciones como de las mías y , una vez más , aquí nadie se queda solo. Empezamos el y yo, con paciencia, con tesón, la parte inicial, que es un kilómetro y medio, la más dura. En ese pequeño tramo ya pude ver que Miguelón este día vendería caro su pellejo, no se rendía consiguiendo subirlo del tirón. Continué marcha y , lamentablemente, a la que me di cuenta este ya no estaba detrás de mi. Bueno, no andaría muy lejos, pensé, por lo tanto para arriba, no hay pérdida , si paraba para esperarlo corría el riesgo de no reanudar la marcha en buenas condiciones y siempre confiando que los demás bajarían a buscarnos en un momento u otro. Así fue, cerca de coronar, cuando ya veía los molinos al alcance de la mano y el cartel que se halla al lado del mirador, me crucé con Javier que, valientemente, descendía para recogernos, tras un fugaz encuentro, yo para arriba y el para abajo, me preguntó por Miguel, yo le dije que detrás y siguió bajando para alcanzarlo. Finalmente todos coronamos la cuesta. Unos con mejor tiempo y otros no tanto, pero todos habíamos realizado lo imposible, dando lo mejor de cada uno. En la cima nos topamos con Carmelo, iba acompañado de un amigo suyo, genial este hombre que se ofreció amablemente a hacernos la foto de grupo.
Reanudamos camino, nuestra meta en esta ocasión llegar al Verde, que subiéramos la semana anterior, para bajarlo , llegar a Torrecilla y , desde allí , decidir el camino de vuelta. Tras un breve informe , viendo que todos estábamos enteros decidimos retomar el camino de la estepa y llegarnos a la cuesta del Royo ( no te la pierdas tampoco) siguiendo las indicaciones del track. El grupo marchó bastante unido , las distancias entre cabeza y cola no eran demasiadas, demostrando una vez más la cohesión que existe entre estas extrañas personas. No hacía viento y el sol empezaba a calentar de una forma casi preocupante. Al coronar la cuesta nos abandonó Horacio, tenía que llegarse a María y le apremiaba volver. Los demás hicimos una pequeña votación, si volver al Cuarte a por la cerveza o bien al canal, al Imperial, ganó este último por una apretada ventaja y para allí que fuimos. Siguiendo el camino que marcara en su día la carrera Btt que organizó el Corte Ingles, por lo tanto fuera de track, nos llegamos hasta el cementerio y de allí al parque del Zig-zag ( ya sabemos que ese no es su nombre, no insistas) para poner nuestras posaderas en el nombrado bar. No pude evitar tener un pensamiento furtivo, recordar a José H, cómo le gusta a este hombre ese lugar. Allí nos tomamos la cerveza, que creo que es una ley no escrita, que hay que tomar al finalizar la ruta y Consuelo pidió unas raciones de papas bravas ya que celebraba su cumple, desde aquí una vez más , felicidades muchacha, que cumplas muchos más. Tras unas pocas fotos y una animada charla sobre las virtudes y defectos de la subida por Cadrete, de la experiencia que cada uno había tenido, nos despedimos para volver a nuestros hogares donde a cada uno de nosotros nos esperaban con los brazos abiertos.
Pues si, somos sanamente irrespetuosos hacia lo imposible, hay que pensar, hay que tener la certeza más bien, de que esta imposibilidad las más de las veces se halla tan sólo en tu cabeza. En el día de la fecha todos, insisto, todos consiguieron coronar la terrible subida del tirón, algo que no hace mucho hubiera sido una utopía, un sueño al alcance de unos pocos. Dice mucho sobre la fuerza y el tesón de estas personas. Solamente el orgullo y la satisfacción de sentir que el trabajo esta bien echo son un premio. Por lo tanto andad con cuidado, estos amables locos de El Ritmo se están poniendo fuertes.
Compañeros, se os echa muchísimo de menos.
V.
