MARRUECOS 2013, I Expedicion BTT zaragoza ,el regreso

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Re: MARRUECOS 2013, I Expedicion BTT zaragoza ,el regreso

Notapor eljesu » Lun May 06, 2013 12:17 am

Hola compañeros del pedal:

Antes de nada, agradecer a José Luis, toda la dedicación y esfuerzo que realizó para que esta expedición fuese posible y se materializa en un éxito, y a Félix por sus colaboraciones y aportaciones a la misma.
Aunque las imágenes hablan por si solas, voy a aprovecharme de las palabras para contar algunas de las muchas y encontradas emociones que se viven montado en la bicicleta durante tantas horas, con el único objeto de disfrutar del momento y acumular imágenes en la retina y sensaciones en la piel.
La propia exigencia de mover la bici hacia delante, en ocasiones arrebataba sensaciones, que luego devolvía en los momento de mas sosiego.

Recuerdo el primer día: Un gran puerto de alrededor de 11km de subida, en los que compartíamos calzada con camiones que transportaban ganado, pasajeros, mercancías,… algunos rodaban casi tan lentos como nosotros, y sus motores resoplaban tanto como el mío. Al finalizar el puerto, fotos con la bicis en la nieve, alegría, primeros trazos de la aventura que nos esperaba.
Primer descenso: para ser el primer día, creo que Antonio y yo arriesgamos más de lo debido, por la visión periférica del ojo, se intuía un bonito paisaje, al finalizar del descenso, con semejante liberación de adrenalina, (estábamos como nuevos, como si todos los geles del día nos hiciesen efecto en segundos), frente a un pequeño poblado comenzaba la última subida del día, que posteriormente, ya de bajada y en plena oscuridad nos dejaría en una casa rural de ensueño.

Segundo día: Amanecimos flotando, admirando el paisaje y poblados aledaños que la oscuridad nos impidió ver, (ya conscientes de que estábamos en plena aventura). Nuevas subidas y bajada hasta un peñón que llaman la catedral por su forma, la parada para comer al medio día al lado de un río, y lleno de vegetación, nos colmó a todos sensaciones placenteras, que tras los falsos llanos (unas cuestas que te das con la barbilla en el suelo) se iban tornando en sufrimiento, seguimos pasando aldeas con algunos problemillas con los perros locales, las fuerzas comenzaban a flaquear, cruzábamos riachuelos sin cesar, que nos pegan el polvo del camino a nuestro cuerpos, la luz comenzaba a escasear, y nuevamente descenso en penumbra, este momento, fue uno de los más completos que experimente, de perfecta armonía, entre todas las sensaciones que emanaban del paisaje, del pedaleo, de la sensación de movimiento , del esfuerzo titánico del grupo, de la horas acumuladas, de que estaba viviendo algo realmente bonito. Pasé de estar completamente fundido, a una especie de catarsis pedaleando bajo las estrellas y la penumbra de la Luna, antes de llegar a la casa de un Bereber, donde dormimos tod@s bajo el mismo techo, y disfrutamos de la mejor ducha del viaje pese a ser en barreños. Un lujo de día, en el que se sufrió mucho, pero que recordaremos intensamente.

Tercer día: La etapa más corta, y donde más me flaquearon las fuerzas (no creo que hubiese podido repetir una etapa como la anterior). Por fin llegamos de día, mantenimiento de bicis, y paseo por el pueblo de nuestro guía.

Cuarto día: Cargados nuevamente de energía acometemos la etapa de las gargantas del Dades, con paisajes y vistas excepcionales y unas buenas subidas, ya la última, al caer la tarde quemó la última pólvora del día. De noche, llegamos al hotel, situado al final de una de las que parecía las ciudades más grandes del recorrido, incluso era posible que tuviesen cerveza, pero nos quedamos con la duda.
Quinto día: Salimos llaneando del hotel hacia la que sería una de las subidas más fuertes, nos recordaba al montañés en modo zigzagueante, creo que todos en algún momento de fuerte pendiente llena de pedruscos sueltos pusimos unos instantes el pie en el suelo por no poder desafiar a la fuerza de la gravedad. Pasamos por algún poblado de niños desaliñados, que frecuentemente salían a nuestro encuentro para chocar nuestras manos. Por estas lides eran algo más vergonzosos. Una vez coronado, paisaje de alta montaña, y foto que revela la dureza de la subida; los aplausos de unos franceses que estaban de picnic, y el comienzo de la bajada más emocionante del viaje, junto a Antonio, que de repente me lo encontraba en los interiores de la curva moviendo la cabeza para recoger el mejor encuadre posible desde su cámara del casco: bajamos con todas las artes que conocíamos, y alguna que desconocíamos. Nos pareció muy emocionante, debieron ser alrededor de 10 km en el filo de la navaja y del barranco, ya que no eran zonas aptas para hacerse rectos, gran abrazo al final, por lo intenso y arriesgado.
-Lo mejor de las subidas, fueron sus correspondientes bajadas, y en las que noté que todos mejoramos nuestro nivel, a fuerza de practicar. De las subidas, no puedo contar mucho, ya que no pude disputar ningún premio de la montaña, ni metas volantes.-
Llegamos a un bonito hotel todavía de día, pero sin poder llegar a disfrutar de la piscina. El fin de esta etapa, emanaba aires de superación, satisfacción, y orgullo por todo lo conseguido (coincidimos con unos Españoles que iban en moto, de los que fuimos admiración, sobre todo Esther) y tristeza por lo cercano del fin.

Sexto día: Ruta llana por el desierto, con el aire en contra, y los caminos bastantes pedregosos hacia Zagora, la ciudad más grande de las visitadas. Dejamos las maletas en el hotel y tras tomar dos cervezas (único lugar en el que nos dispensaron alcohol), debatimos si vamos hasta las dunas pedaleando o motorizados, obviamente pedaleamos hacia las dunas por una carretera bastante llana y transitada dándonos relevos. Durante este trayecto, me invadió el mismo sentimiento que tuve de niño al acabar mis primeros campamentos de verano. Me había hecho a esa forma de vida, podía haber continuado con la rutina de seguir conociendo Marruecos en bicicleta hasta que hubiese quedado consumido por el esfuerzo.

En definitiva, una experiencia inolvidable, gracias al gran valor humano de los integrantes de la expedición, en las que nunca he apreciado individualismo, y cada uno de nosotros ha aportado lo mejor para una agradable y divertida convivencia repleta de buenos momentos que la memoria nos irá dispensando con el transcurso de los días.
Gracias, a, José Luis, Félix, Antonio, Esther, Luis, mi compañero de habitación: por compartir esta aventura conmigo, desde entonces, tenéis un lugar en mi memoria.
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Bajo cualquier placer muy intenso, subyace un peligro permanente.
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