POLVORINES. LA SALADA, TORRECILLA, ZARAGOZA 26/01/19,
A veces sólo es cuestión de suerte.
Quedamos en el parque del Zig-zag, junto al Canal a las nueve menos cuarto. Las previsiones prometían viento y así fué,hasta aburrir, hasta el hastío, hasta que nos hartamos y luego un ratito más. La primera sorpresa ocurrió cuando, estando sólo cuatro apuntados en el foro, resulta que allí había catorce de nosotros más uno que se nos unió poco después, léase Alberto, que nos alcanzó al momento de partir. Entre los asistentes varios nuevos en el grupo , también Sergio, un muchacho que ha estado saliendo con los Team. Aquí viene el motivo por el que me refería a la suerte, siempre hay ganas, siempre hay ilusión, pero por alguna de aquellas cosas creo que los nuevos no eligieron un buen día para iniciarse , partiendo del punto de que al viento se unió una ruta especialmente dura en algunos tramos. De todas formas disfrutamos tanto de la pedalada como de la compañía.
Tras un prudente tiempo de espera, como cortesmente solemos hacer, arrancamos por el canal, con viento a favor, dirección La Virgen de la Columna para acercarnos a nuestro primer objetivo. Aquello era coser y cantar, unido a lo fácil que es rodar por allí, terreno totalmente llano, tanto así como a la ayuda del viento que llevábamos a favor. Un paseo, velocidades altas sin apenas esfuerzo que a los más veteranos, curtidos ya en mil batallas, les advertía que la vuelta sería dura luchando contra aquel Cierzo.
No tardamos en alcanzar la N-122 , que es la carretera que lleva a Belchite, yo había estado ya en la Salada tiempo antes y la subí por la carretera, esta vez lo íbamos a hacer por caminos que discurren paralelos a esta. En su momento el ascenso por esta nacional se me hizo duro, sabía por tanto que el hacerlo por caminos de tierra , como en esta ocasión , no iba a ser “moco de pavo”. Como suele decirse “la primera en la frente”, torcimos a la derecha junto a la carretera iniciando el primer ascenso y, nada mas arrancar, la bofetada fué mayúscula, el viento nos trató sin piedad dándole un extra de dificultad al camino. Continuamos por un terreno con constantes subidas, a cual mejor, hasta llegar a los polvorines, queda apenas nada de ellos, alguna caseta de vigilancia militar antigua y el hueco en el terreno donde se encontraban los citados. Vestigios de una guerra civil que en mi opinión nunca debió ocurrir. Marchábamos por tanto en ocasiones protegidos del Cierzo por las lomas, en ocasiones a su merced. En una de las últimas cuestas, tal vez de las más duras, de esas que se hacen eternas, que no ves el final, un golpe de viento nos descabalgó a varios, muchos acabaron ese tramo andando, los que pudieron retomaron su montura para coronar.
Llegamos a la Salada, con su único edificio derruido, como dice Pascual en su ficha técnica una antigua fábrica de sulfatos que se alza en medio de una llanura desolada, acompañada tan solo por una extensión salada, blanca como la nieve. Parada técnica para reponer fuerzas así como foto de grupo y tras esto retomamos nuestras bicis para llegar esta vez a Torrecilla.
Este tramo tampoco fué fácil, a partir de aquí fuimos poco más que peleles en manos de un dios enfurecido. Bien es cierto que iniciamos el descenso, que te da momentos de respiro y te permite recuperar alguna fuerza, pero ello no hace que nos toparamos con alguna cuesta de esas que te quita el aliento sólo de verla. Alguno de nosotros ya se hallaba “fundido” las fuerzas flaqueaban y te hacía pensarte muy bien en qué velocidad ibas a atacar la subida, buscando un punto que te diera la máxima distancia pero que no acabara con lo poco que nos quedaba. Al llegar a el cruce con la carretera de Torrecilla a alguno le faltaba el agua, me incluyo en esta lista. Pensé que me llegaría sin problemas, pero no , decidimos llegar al pueblo , que no estaba muy lejos, rellenar los bidones y ver cómo volvíamos. Pascual, junto a unos pocos valientes, lo hicieron por el resto del track, por las faldas de las planas, contando que aún quedaba por subir la cuesta del Royo. El resto lo hicimos por carretera hasta la Cartuja, si bien sale algún kilómetro más, es mucho mas fácil rodar por aquí . Tramos con viento a favor, otros no tanto, prudencia por si en el canal nos volvíamos a encontrar aquel Cierzo desatado.
Nos encontramos con los Team, que remolcaron a su acólito (Sergio) que se hallaba al límite de sus fuerzas, los demás , pasito a pasito, hasta el mirador de Valdegurriana y desde allí a la “Imperial” donde sólo un puñado de nosotros tomamos la cerveza, se os echó de menos compañeros, mucho, las cosas no son iguales si no estamos todos. Entre los presentes José H, que ahora mismo se encuentra lesionado y al que deseo una muy pronta recuperación, Sebas, el magnífico, Consuelo, grande como siempre y este su seguro servidor, asi como unos pocos “teamers” comentando las jugadas mas interesantes y , como suele decirse “con esto y un bizcocho , hasta mañana a las ocho”
Como dije al principio, a veces sólo es cuestión de suerte, la suerte necesaria para que los nuevos que vinieron hubieran encontrado una ruta mas cómoda para hacer su primer contacto, la suerte necesaria para que nuestro José H no se hubiera lesionado, la suerte necesaria para que el viento no nos hubiera dado aquella paliza, la suerte necesaria para que un niño de dos años no cayera a un pozo perdiendo allí la vida y dejando de rodillas a todo un pais . Va desde aquí mi homenaje al pequeño Julen, que allí donde estés encuentres la suerte que aquí no tuviste pequeño.
A veces sólo es cuestión de suerte.
V.