Ruta 18/12/2021 Puente de Clavería
El calor lo llevamos dentro.
Todo era gris en derredor. El cielo , oculto bajo un manto de densa niebla , sólo ofrecía una solución de continuidad con la desaparecida linea de horizonte. Los termómetros caían hasta expresiones mínimas. El día invitaba a quedarse en casa, a dar otra vuelta en la cama, arropado y bajo la seguridad del edredón, pero no, un grupo de locos se decidió a plantar cara a esta jornada y , de forma inexorable, se reunieron para salir en bicicleta un día más.
Legué pronto, tenía unas cuantas cosas que hacer antes de iniciar la marcha. Allí ya se encontraban un buen número de compañeros. Léase Humberto, Alfredo, Miguel , Javier E , e incluso Tomás al que no veíamos desde hace tiempo.
Humberto, el genial Humberto se prestó a echarme una mano en mis quehaceres con el fin de agilizar el proceso , ayuda que agradezco enormemente . Al poco llegó Luisete, me alegro profundamente de volverlo a ver, se que ha andado liado con sus exámenes, con sus carreras, esas que hace con Susan y que , entre unas cosas y otras, nos tenía un poco olvidados, pero vamos , que siempre es bueno volver a ver a un amigo y aquí estaba Luis.
José H llegó más tarde de lo que es habitual en el. No es normal, la puntualidad en esta persona es casi una religión , pero vaya, unos pequeños asuntos familiares lo tuvieron liado hasta última hora.
Los terrenos circundantes al Ebro se mostraban desolados, si bien el río había bajado su caudal, había retornado a su cauce y a su calma de la que , en días pasados , mostrara toda su fuerza inundándolo todo , arrastrando suelos, cultivos, árboles y todo lo que encontró a su paso, como el titán que es, como fuerza indómita a la que nunca hay que perder de vista. Los caminos ahora abandonados de su presencia se producían de extraña manera. En algunos puntos se amontonaban cúmulos de arena mientras en otros se ofrecían unos profundos agujeros. Esta es la naturaleza de este río, caprichoso e imprevisible.
Arrancamos sin tardanza, los plantes hay que llevarlos a cabo. Hoy la ruta era poco más que una excusa para salir de casa y juntarnos, por que resultaba fácil en sobremanera. Seguimos el trazado del canal para arribar a la balsa de Larralde. Allí la temperatura cayó como en ningún otro lugar de nuestro recorrido. Rondando los cero grados. El lugar se veía congelado. Incluso el suelo de listones de madera que asemeja un puente o pasarela , resbalaba como una pista de patinaje. Poco antes Luisete volvió sobre sus pasos, andaba muy bajo de forma y lo hizo bajo la promesa de esperarnos en el bar. Insistimos en volver alguno con el , pero es un tipo bregado en las peores batallas y anda más que sobrado para rodar por estos caminos, incluso en solitario.
Los demás seguimos marcha, por el camino de Bárboles. Este se mostraba desértico. Las gentes del lugar se hallaban con toda seguridad recogidos al amor de sus hogares. Humberto al lado mío razonaba abiertamente diciendo “ Somos pocos, pero más vale así , sobre todo por el buen ambiente que hay , sin ninguna mala cara, sin ningún mal rollo. Esto lo he visto muy pocas veces” . Agradezco tus palabras amigo mio, pero te diré una cosa, este ambiente lo creamos entre todos. A su vez Alfredo, entre chascarrilos ( ya sabemos como es este hombre, nunca desperdicia una sonrisa) venía a corroborar las palabras anteriormente dichas. De esta forma nos comíamos los kilómetros mientras nos cruzábamos con algún ciclista ocasional.
Dirigimos nuestros pasos hacia la piscina Sindical, donde pararíamos a tomar un pequeño refrigero que , con el día que estaba haciendo , seguro que nos sentaba algo más que bien.
Ya en el bar dispusimos nuestros helados cuerpos bajo la carpa, en una posición cercana a las hermosas estufas que habían instalado. Allí , al amor de la buena compañía almorzamos , bebimos , comimos y disfrutamos de un Sábado con la mejor de las ganas. Acudió sorpresivamente Paola que , en un alarde de tesón, lo hizo andando desde su casa , y tiene un trocito. Pero cuando las ganas son suficientes no hay muro lo bastante grande para parar las voluntades. Compartió con nosotros mesa y mantel. José H brindó , con una emoción que manaba desde lo más hondo de su corazón y bajo la propuesta de “ un año más en el Ritmo” todos brindamos haciendo nuestra esa ilusión.
Y así nos despedimos, con pocas ganas de perdernos de vista, pues la compañía era inmejorable, y con el profundo deseo de que estas situaciones se repitan más veces.
Desde el Ritmo Feliz Navidad.